El uso de flotadores: ¿útil o perjudicial?

Muchos padres hacen uso de flotadores para proteger a sus hijos en el agua. La pregunta sería si realmente estos dispositivos ayudan a mantener a los niños seguros, o si pueden hacer más daño que bien.
La respuesta está en la forma en que se utilizan, pero cuando se trata de aprender a nadar, estos dispositivos en realidad puede interferir en cierta medida con la capacidad del niño para aprender correctamente.
El uso de flotadores, tales como chalecos salvavidas están hechos para proteger a la gente en situaciones
de emergencia o para ser utilizados en actividades como paseos en bote, pesca, entre otros.
Con demasiada frecuencia se ve a los padres que utilizan estos dispositivos como el único método para prevenir el ahogamiento. Pero utilizar estos dispositivos (chalecos, llantas, flotis) no sustituyen a la orientación de los padres, la supervisión y la capacidad del niño para nadar.
Los cinturones y chalecos pueden mantener a un niño por encima del agua y en posición vertical, pero también el niño se puede inclinar hacia delante o hacia atrás. Si el niño no esta siendo supervisado y no sabe cómo recuperar la posición, puede llegar a ser un gran accidente.

Seguridad artificial

Los flotis, por ejemplo, impiden al niño nadar o realizar los movimientos adecuados en el agua y
les da una seguridad artificial.

Además, si llegara a levantar los brazos por encima de su cabeza, esta puede hundirse debajo de la superficie del agua, provocando el pánico o el ahogamiento. Cada uno de los flotadores apoya para mantener la cabeza fuera de alguna manera, pero la posición que le da al cuerpo no es la posición que necesita un niño al aprender a nadar, por lo que lejos de ayudar, nos limita en cuanto al desarrollo de las habilidades acuáticas. Lo mejor es que el niño aprenda desde temprana edad y desarrolle todas las habilidades y destrezas que necesita para desenvolverse en el agua de forma segura.
En Club Cañada, enseñamos y desarrollamos las posiciones correctas y movimientos de nado para que el niño se desenvuelva en el agua y nade. Aun así, es imperativo que cuando los niños estén en el agua, siempre haya un adulto responsable supervisando.

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